No soy muy amigo de los «día del», pero esta vez es diferente. Este día es diferente.

Este 7 de junio llega después de más de seis meses de pasarla como el orto y de pelearla mucho adentro del diario, afuera del diario, en la vereda del diario, en la calle, en casa, haciendo cuentas, buscando changas, consiguiendo freelanceos, sufriendo rechazos laborales, discutiendo día a día para ver si había alguna luz al final del túnel o si ese túnel iba a terminar con todos nosotros directamente en la calle.

En estos seis meses la peleamos y trabajamos como nunca. Levantamos un diario junto a muchos compañeros que, como yo, quisimos cagarnos en los que nos cagaron y darnos un autoabrazo enorme dándonos laburo.

Eso: nos dimos laburo.

(«Armen su empresa cooperativa y gánense el sueldo»)

Hace poco más de un mes y medio le dimos forma a la cooperativa Por más Tiempo, y desde entonces editamos un nuevo Tiempo Argentino, ahora como dueños de nuestras palabras, de nuestro trabajo, de nuestros sueños.

Levantamos un diario que estaba en el suelo, que un grupo de empresarios dejó ahí, abandonado, como abandonaron -como se robaron- nuestro aguinaldo de diciembre y todos nuestros sueldos desde entonces hasta hoy.

Como dije muchísimas veces: no nos pagaron, no nos echaron, no renunciamos, no nos fuimos.

Nos quedamos y le dimos forma a un nuevo diario, que es nuestro diario y es el de todos los que nos bancaron y nos bancan.

No todos somos periodistas. Hay fotógrafos, diseñadores, retocadores de fotos, personal administrativo, de limpieza, de mantenimiento, de todo un poco.

Éste podría no ser su día, pero sí, permítanmelo, es su día.

Este 7 de junio les deseo un feliz día del periodista a todos mis compañeros periodistas y a todos los que no lo son pero hicieron posible que hoy estemos festejando; también a todos los colegas que en estos meses nos dieron fuerza, plata, comida y abrazos, que salieron a la calle con nosotros y nos visitaron en la redacción; a todos nuestros amigos y familiares, imprescindibles en esta etapa; a todos los que difundieron y difunden nuestro pasar y nuestro pesar; a los estudiantes de periodismo de las universidades públicas y privadas que nos tomaron como objeto de estudio y llevaron nuestra historia a las aulas; a los compañeros del diario que tuvieron que elegir otro camino; a todos los lectores que acompañaron y acompañan esta locura hermosa que es Tiempo.

Y a mí, claro. Hoy me deseo un feliz día a mí también, que en estos meses poco hice de periodismo y mucho de otras cosas.

Deseo que nunca (más) falte el trabajo para nadie. Y si falta, que tengan compañeros como los míos, capaces de levantar una pared sólo con escombros y corazón. Capaces de darnos laburo. Y un sueldo, pequeño y enorme a la vez, que vamos a cobrar este mes, por primera vez, en seis meses.

Feliz día.