Puntualmente, se abre la puerta de uno de los ascensores del hotel Hilton de Basilea y Lionel Messi asoma sus patitas flacas, su cuerpo aparentemente frágil. Mira de reojo, como si observara por encima de unos lentes, se toca el pelo unas cuantas veces y se acerca a paso cansino para someterse a la entrevista. Es, para el zurdo del Barcelona, un momento de nerviosismo, de tensión, de preocupación. Un grabador asusta más que mil patadas, pareciera ser. «Es que hay lugares en los que no me tengo confianza», admite. «Pero adentro de la cancha soy diferente», advierte sacando pecho internamente, todavía incómodo de la piel para afuera.
-Se te nota tímido, retraído. ¿En qué momento de tu vida te soltás?
-Con mi familia y mis amigos me suelto. Y dentro de la cancha, también.
-¿Ahí sacás lo mejor?
-Es como te dije, adentro de la cancha soy diferente… Pero es natural.
-¿Y en el vestuario?
-Yo soy así, muy tranquilo también antes de los partidos. Cambio cuando entro.
-¿Alguna situación del fútbol te tensiona?
-Sinceramente… no. Intento hacer las cosas bien dentro del campo para ayudar al Barcelona o, como ahora, a la Selección.
Y esta Selección, Leo lo sabe, lo necesita. Cargada de figuras, repleta de campeones de distintas ligas y copas, siente la ausencia de un conductor nato, de un generador de juego, de un enganche. Juan Román Riquelme es hoy un recuerdo celeste y blanco del Mundial. Y Messi, sin decirlo, sin mencionar la palabra clave durante los 20 minutos de diálogo abierto pero apichonado, deja en claro que puede y gusta de ese lugar en el mundo futbolístico. Como lo demostró en la cancha, en el picado de la tarde, cuando tuvo que pararse unos metros detrás de Saviola y Crespo. «Siempre dije que si tuviera que elegir, me gustaría jugar más por el medio que por la derecha, como lo hago en el Barcelona», reconoce.
-¿Podrías encajar bien con Saviola y Crespo, como hiciste acá en Suiza?
-Cualquier delantero de los que están puede funcionar. Todos tenemos buenas actualidades y eso es importante para la Selección.
-De las duplas que probó Basile, Saviola-Crespo es la que mejor rindió. ¿Te faltaría entenderte más con ellos para ganarte un lugar arriba o sumarte al ataque?
-Tampoco jugamos muchos partidos juntos… La confianza y el conocerse dicen mucho. Y yo tampoco soy un delantero-delantero.
-Pueden jugar los tres, con vos más retrasado.
-En Inferiores jugaba así, ahí atrás. Me sentía cómodo, aunque por derecha tampoco me molesta, eh.
-Hasta ahora, en la Selección casi siempre te pusieron como delantero y metiste dos goles. ¿Te preocupa eso?
-Siempre hacer goles es bueno y me gustaría seguir haciéndolos. Pero yo no soy delantero, ya lo dije.
-Si no sos delantero, ¿qué sos? ¿Enganche?
-Yo jugué siempre de segunda punta, en el Sub 20 o en el Barsa en Inferiores. Si tengo que elegir, elijo eso. No se da en la formación, no me tocó hasta acá, pero si tuviera que decidir yo, preferiría ahí.
-¿Estás más cómodo con un compañero adelante o con dos, como en la práctica de hoy (ayer)?
-Me da lo mismo, sinceramente. Yo juego…
Y cómo juega. Las caras y las risas espontáneas de Basile en el primer ensayo con el plantel completo demostraron que la magia fluye con naturalidad de los pies de Messi.
-¿Qué te pide el Coco antes de un partido o de un entrenamiento?
-Nos da libertades a todos.
-¿Eso es lo que más te gusta de este proceso?
-Es importante eso, te deja jugar, te da mucha libertad. Además, es bueno el grupo que se está armando; el de acá y el de Argentina. Nos estamos preparando para la Copa.
-Jugadores técnicos, como la mayoría de ustedes, ¿necesitan un entrenador como Basile, que les dé libertad y no los llene de indicaciones?
-Argentina siempre fue de sacar jugadores así, técnicamente buenos. Y todos se sienten cómodos cuando tienen libertad para jugar. Yo también.
-¿Por qué pensás que las figuras de Argentina se desesperan por jugar en la Selección y las de Brasil no?
-No sé. Es entendible el caso de Ronaldinho, que lo conozco bien, y lleva muchos partidos seguidos. Pero es decisión de cada uno. Aunque es verdad que los jugadores argentinos dejarían todo por la Selección.
-¿Tiene que ver que los brasileños ganaron mucho y ustedes aún tienen esas ganas de conseguir algún título?
-Puede ser. Ronaldinho ya jugó Copa América, Mundial. Seguramente no la valore tanto como yo, que es la primera que voy a jugar. Es la Selección y siempre dije que quería jugar todo: amistosos, lo que sea. Esta puede ser mi primera Copa. Por eso la ilusión.
-También habrá quedado la espina del Mundial.
-Sí, nos quedó a todos los argentinos. Se demostró que fuimos la mejor selección jugando al fútbol.
-¿Notás que hay muchas ganas de revancha?
-El grupo lo toma como una etapa nueva, aunque hay ganas de ganar la Copa para que Argentina vuelva a festejar, y para sacarse la espinita del Mundial.
-Y a vos te serviría para ser titular y consagrarte en la Mayor…
-No sé. La Selección está por encima de todo.
-Se viene hablando mucho de lo que te pegan los rivales. ¿Creés que te dan más desde el golazo que le hiciste al Getafe?
-Puede ser. Quizá porque se habló demasiado del gol y de las patadas que se pegaban, no sólo a mí. Por eso, quizá, se hicieron más seguidas y más vistosas.
-¿Está instalada la idea de «hay que bajar a Messi como sea»?
-Nooo…
-Un poquito…
-No me pongo a pensarlo. Y yo siempre juego de la misma manera…
-¿Qué te provocan las patadas, te dan miedo?
-No, no. Cuando salen los partidos así, me gusta agarrar la pelota y jugarlos.
Publicado en el diario Olé el 30 de mayo de 2007